Un espacio severamente degradado recuperado para la naturaleza y para los aficionados al golf. El diseñador, el arquitecto norteamericano Rees Jones, lo define como un campo riguroso a la vez que franco y noble. Sus 18 hoyos, par 72 de casi siete mil metros de longitud desde la sexta e última barra de salida, lo convierten en uno de los más largos del mundo. Un difícil “test” incluso para los más expertos. Sin embargo y si no fuera por los sesenta y ocho bunkers y los múltiples lagos y rías que estratégicamente colocados dificultan el juego, sus escasos 4.888 metros desde el tee más cercano serían un paseo agradable incluso para los más noveles.